La Catedral de Chartres

La Catedral de Notre-Dame de Chartes, ciudad cercana a París, se considera una de las mejores obras arquitectónicas del gótico. De sus portadas destaca el Pórtico Real, con bellísimas esculturas medievales sobre santos y profetas del Antiguo Testamento, aunque sin duda la figura más recordada es la del Cristo en Majestad del tímpano. Otra puerta famosa en el Pórtico de la Virgen, de la misma categoría artística. Un segundo foco de atención lo constituye el magnífico conjunto de vidrieras que adorna la nave central. Es uno de los escasos conjuntos medievales que han llegado íntegros y lo integran 173 ventanas. Con sus nueve portadas esculpidas, únicas en el mundo, sus 2.600 metros cuadrados de vidrieras de los Siglos XII y XIII, es una verdadera enciclopedia cristiana de piedra y cristal, hecha para una población que no sabía leer ni escribir.
En 1194 se comenzó la reconstrucción de la antigua catedral románica del siglo XI que había sido devastada por un incendio. El arquitecto de la nueva catedral, cuyo nombre desconocemos, decidió conservar el pórtico principal o fachada de occidente, realizado en 1140, y la cripta, lo que en cierta manera determinó todas las medidas básicas importantes de la nueva construcción, incluso en parte la localización de los pilares y de los tramos de la bóveda. La planta reúne elementos de la iglesia cruciforme de peregrinación románica, aunque con modificaciones que serán seguidas por las catedrales francesas del siglo XIII.
La catedral consta de un cuerpo longitudinal inicialmente de tres naves con estrechos tramos de bóveda cuatripartita, ampliado a cinco naves en la parte del coro. La fachada antigua, respetada por el incendio, impidió su prolongación. Posee una girola doble con cinco absidiolos y un transepto centrado y no muy sobresaliente de tres naves con fachadas y pórticos en ambas alas.
La cabecera junto con el transepto tenía por primera vez una amplitud de la que no se conocía otro ejemplo. En este inmenso presbiterio se podía sentir la majestad del Santo Sacrificio que celebraba el obispo rodeado de sus canónigos.
El espacio interno se define por el aumento de la verticalidad y la simplificación de los pisos. El alzado antiguo tenía cuatro pisos. Desaparecen las tribunas, con lo que el espacio vertical queda dividido sólo en tres pisos desiguales: la arcada de la nave lateral, un pequeño triforio sencillo y un gran ventanal. El primero y el tercero de los pisos son de las mismas dimensiones, mientras que el triforio es aproximadamente un tercio de los anteriores. La supresión de las tribunas representó dos ventajas: permitió elevar más las naves laterales y aumentó la iluminación al hacer mayores las ventanas.
La pared de la nave central se articula verticalmente a través del pilar y de las columnas adosadas del mismo que reciben los arcos de las ojivas diagonales de las bóvedas cuatripartitas y del arco fajón que compartimenta de tramo en tramo la bóveda central y al llegar al piso inferior los arcos formeros de la nave lateral. El pilar circular inferior sólo esta guarnecido por cuatro columnas adosadas desde la misma base que acentúan el movimiento ascendente.
Las ventanas del piso bajo son todavía abocinadas y dejando gran parte del muro. Sin embargo, las ventanas de la zona alta ocupan por primera vez toda la pared, desapareciendo el macizo en el piso superior. Posee dos grandes ventanas ojivales, separadas sólo por una jamba y un rosetón de ocho lóbulos por encima, rodeado de una corona de otros ocho intermedios y ocho pequeños, que dejan todavía mucha piedra al descubierto.
Todas las bóvedas que se levantan son de crucería cuatripartitas que llegan a los 37 metros de altura. El exterior muestra también gran claridad compositiva y austeridad decorativa. Todavía carece de la multitud de elementos decorativos góticos que tienen otras construcciones hechas a partir del siglo XIII.
Las tres fachadas de entrada se conciben de igual manera en horizontal que en vertical. Tres pisos claramente diferenciados: el de la puerta de entrada y el de los ventanales y el del rosetón superior. Tres calles verticales: la central más ancha que corresponde al espacio de la nave central, las laterales con sobresalientes contrafuertes donde levantar dos torres paralelas.
Las torres de la entrada del transepto, que están proyectadas en planta, no se llegaron a levantar posiblemente para no restar protagonismo a las de la entrada principal. Éstas, no obstante, se terminaron en épocas distintas y le dan un toque asimétrico que dota de originalidad a esta catedral. La del sur es la más antigua, se levantó entre 1140-70 en un estilo de transición entre románico y gótico. Se remató con un tejado cónico en forma de aguja, que potenció la intención vertical del gótico, hasta alcanzar los 105,5 metros. Este remate no es frecuente entre las catedrales de esta zona de Francia. La segunda torre, la norte, es de una complejidad decorativa plenamente gótica flamígera de comienzos del siglo XVI, obra de Jean de Beauce. El chapitel está perforado con una tracería de filigrana que alcanza algunos metros más que su compañera.

Los pórticos aún recuerdan la temática y los rasgos artísticos románicos. El de la fachada principal o Pórtico Real, de 1140, representa a Cristo Pantocrátor en el tímpano de la puerta, entre los tetramorfos de los evangelistas y en las jambas los apóstoles representados con gran rigidez como las típicas estatuas y columnas del románico. Sin embargo, las figuras de las arquivoltas se disponen a lo largo del arco, como en el gótico, y en las otras dos puertas se representan dos temas típicos del nuevo espíritu: la Ascensión del Señor y escenas de la vida de la Virgen. Los pórticos del crucero son también de puerta triple. Se encuentran bajo un tejadillo de gablete. Son ya del siglo XIII en estilo y temática.
En la catedral de Chartres encontramos por primera vez que el sistema de descarga exterior de las bóvedas se muestra al descubierto a través del sistema de arbotantes de doble arquería que transmiten el peso entre los contrafuertes de la nave central y el contrafuerte exterior, sin embargo aún no se ha inventado el pináculo que asiente el contrafuerte y le dote de decoración.

El laberinto

El laberinto del pavimento situado en la nave de la catedral siempre ha sido una parte muy particular de la catedral de Chartres. No es sorprendente que la información publicada acerca de este laberinto esté llena de confusión, suposiciones y fantasías, probablemente más que sobre cualquier otro laberinto.
En realidad nadie sabe cuándo fue construido, porque ningún documento de esa época contiene esa información, aunque varios autores han publicado las fechas de 1200, 1220 y 1235, incluso tan tarde como 1240, todos los dan como si se tratara de fechas comprobables de la instalación.
Las especulaciones de que el laberinto actual sustituyó a un laberinto previo es totalmente infundada. Los laberintos con diseños medievales en el suelo usados como decoración aparecieron por primera vez en las iglesias y catedrales de Italia durante el siglo XII y parece que la idea no se extendió hacia el norte de Francia hasta la última década de ese siglo como muy pronto.
En las fuentes históricas, al laberinto de la catedral se le denomina “El Camino de Jerusalén”, ya que el acto de recorrer el laberinto de rodillas, recitando el Miserere, era considerado una penitencia que otorgaba indulgencias. El tiempo invertido en recorrerlo era aproximadamente una hora, justo lo que se tarda en caminar una legua (5 kms), que fue la distancia que recorrió Jesús hasta el Monte Calvario. Así, popularmente también es conocido este laberinto como “La legua”.

Fuentes:
http://megaconstrucciones.net/?construccion=catedral-chartres
http://www.labolab.net/historia/iglesias-y-catedrales/el_laberinto_de_chartres/
http://losimprescindiblesdelarte.blogspot.com.es/2011/12/catedral-de-chartres.html
http://www.viajeuniversal.com/francia/chartres/catedral/historiacatedralchartres.htm

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